Hace unos días, me reunía conmigo para preparar mi artículo sobre la navidad 2005, en mi línea, un artículo que describía las emociones y pensamientos evocadores de buenos deseos para todos. Y desde esta magnífica tribuna de onda cero, a todas nuestras gentes de aquí y de allá, les envío, mi más sincera felicitación, agradeciendo a la vez la escucha y la deferencia, hacía este recreo, un año más.
Pero no quisiera dejar pasar este encuentro navideño, sin hacer, también en mi línea de respeto y tolerancia, unas reflexiones críticas, acerca de lo que hoy es la navidad, a la vista de una sociedad, que todos hemos creado en nuestro día a día. Una sociedad, donde se advierten:
• Frío en las relaciones humanas.
• Cálculo matemático, en los pensamientos.
• Y máximo interés en los negocios.
Los mercaderes occidentales de la Europa Moderna reniegan de su pasado cristiano, utilizan la navidad, para vender toneladas de hipocresía, porque digo yo: ¿Para qué se celebra el nacimiento de Jesús realmente? ¿Para mantener un negocio monumental? ¿Para sentarnos entorno a una mesa, repleta de manjares y desamor? ¿Para mostrar a papa Noel, personaje moderno donde les haya, que se ha colado en nuestras casas, y se ha subido a las barbas de nuestros tradicionales y queridos magos de oriente? ¿Por qué les seguimos el juego a los mercaderes del siglo XXI?, que además de enriquecerse con nosotros, nos atiborran de chirimbolos y cachivaches, como para decir a nuestros niños “Mirad muchachos, en el futuro no tendréis que pensar, porque pensar está chungo, lo único que tenéis que hacer es, apretar un botón, enchufar un cable, habilitar un espacio, y… ahí los tenemos, aprendiendo a utilizar los videos-juegos, que incluyen una buena dosis de agresividad, y donde los rifles, los aviones antimisiles, y los tanques destripa enemigos, les sirven para iniciar una guerra continua, que les lleva a competir con su hermano ahora, pero después, para situarse convenientemente y servir al dios del poder y del dinero.
Quien os ha escrito este recreo de hoy, no es una fanática de la religión, ni una extremista política, soy sencillamente, una persona normal, que piensa en lo que podía ser nuestra navidad 2005, sin esos mercaderes del siglo XXI, a los que les hemos quitado de un plumazo, sus consolidados negocios, al abrigo del gran papa estado, cuyos representantes, públicos, deberían velar un poco más por la bondad de sus amados contribuyentes.