Entrenamiento y decisión

“El hombre se descubre cuando se mide con el obstáculo”
Antoine de Saint-Exupery

Recuerdo perfectamente a unos padres que organizaban las horas de estudio de su hijo hasta el detalle, le racionaban el tiempo libre con criterios muy estrictos –aunque sacaba buenas notas–, visitaban a los profesores con inusitada frecuencia, e intervenían en todo lo que el chico pudiera hacer o decir.

Eran como sus portavoces, anulaban su personalidad. Con esa pretensión de control absoluto y de superprotección hacían pasar una notable vergüenza a su chico, molesto por el riguroso cerco al que estaba sometido.

Le llevaban en coche al fútbol, porque no iban a dejarle ir solo, con la bolsa de deporte, “tal como está el mundo”. Le insistían en que se abrigara, le corregían continuamente, le planificaban el descanso, le recordaban todo. Juan tenía  y tiene 14 años.

Su padre se empeñaba incluso en que le tenían que gustar las rimas de Bécquer y la música de Vivaldi, porque “esos cantantes modernos lo único que hacen es pegar berridos”. Era todo un intento de meter a presión en un molde su forma de ser y sus aficiones.

Con planteamientos así no se puede pretender que el chico llegue a ser alguien responsable. Hay que educarle en libertad, con una vigilancia atenta, pero es imprescindible mantener un poco las distancias. Si no, le será difícil llegar a entender –y es importante– que él mismo es quien debe estar interesado en estudiar y encontrar el modo de hacerlo lo mejor posible.

No es difícil sustituir ese cerco de controles por motivaciones más positivas: en vez de prohibirle la televisión, por ejemplo, acordar con él un resultado concreto en el estudio. En vez de privarle de algo, sin más, hacerle ver que debe ser generoso y compartirlo con su hermano. En vez de afear su mala conducta, elogiar la que ha sido buena –que la habrá– y decirle que estamos seguros de que puede ser así siempre.

Interesa dejar un amplio margen a su iniciativa personal. No podemos pretender que tenga el mismo modo de organizarse o de estudiar que tuvimos nosotros.

Es el espacio sideral necesario e imprescindible para poder aprender. Simple verdad… pues atentos… y “si tropieza y no cae, adelanta terreno”.

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