Los días que vienen

Faltan muy pocos días para que comience el nuevo año y pasará lo mismo que todos los años, al final volverá a ser Navidad, y volverán a cubrirse nuestros pies con las hojas del calendario. Nuestra mesa lucirá sus mejores galas, y los encuentros y desencuentros, pondrán de manifiesto la verdadera naturaleza del ser humano.

No obstante, en «los días que vienen», tenemos obligación de aprovechar el tiempo y no dejar que terminen sin haber crecido un poco, sin haber intentado ser feliz, y sin haber alimentado tus sueños.

Aprovechar «los días que vienen», supone también, no dejarse vencer por el desaliento, ni permitir que nadie te quite el derecho a expresarte, porque eso es casi un deber.
La vida es desierto y el oasis nos derriba, nos lastima, nos enseña, y nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.

No caigas en el peor de los errores, el silencio. La mayoría de la gente vive en un silencio espantoso. Disfruta del pánico que provoca tener la vida por delante, vívela intensamente, sin mediocridades. No traiciones tus creencias, todos necesitamos aceptación, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.

Aprende de quienes pueden enseñarte, las experiencias de los que nos precedieron nuestros «poetas muertos», ellos te ayudarán a ser lo que tú quieras «los días que vienen».

A la mujer de la armadura brillante

Cada vez que te recuerdo acuden a mí tus palabras de mujer valiente:

“No Justa, eso no es como tú dices, y además, lo sabes. Sólo tienes que decirte a ti misma la verdad”.

“Paula, ya he sacado brillo a mi armadura. Mañana, la primera batalla y mañana, ya es hoy”.

Se enfrentó a su verdad como Ella era. Sin ruido, con naturalidad y sencillez. Y no puedo pensar en ti, Mi Querido Ángel sin que mis ojos goteen tristeza y dolor.

Quisiera hablar de Esperanza pero para eso estás Tú, para animar a quien pose sus palabras en el albor de tu alma.

Ahora, mientras mi armadura se oxida y va cayendo poco a poco, la tuya brilla esplendorosa en el jardín de tus lugares mágicos y estelares.

Sabes, querida mía, que siempre te admiré por ser como eres. Hoy te quiero un poco más por enseñarme, enseñarnos tu generosa sonrisa de nieve.

Quisiera mandarte toda mi energía y que tú me mandases la tuya por el puente eterno anclado en el firmamento de los Dioses.

Hoy mis ojos están nublados. No tengo tu valentía pero sé que cuando estemos frente a frente, brillarán tanto como lo hacían los tuyos en el universo de nuestro poema.

Es otoño y tú no estás, aunque en mi boca se dibuje una y mil veces tu nombre y en mi corazón estés cada día acompañando mi anodino caminar.

Es otoño, un otoño raro, de palomas mensajeras, de flores perdidas en el camino que, Tú desde allá arriba, me envías para que sepa que estás aunque no estés…

 

JUSTA CAÑIBANO PALMERO

A nuestro amigo Godofredo Garabito y Gregorio

El aura del ciprés me ha dicho… que hoy el cielo está más próximo a tus ojos, esos ojos tuyos que nunca envejecieron para mirarnos de frente y sin enojos.

Hoy se nos fue el Señor de la Mudarra. El que pintó en su jardín la estela del hombre castellano, sabio, culto, cercano y entrañable.

Siempre presente en la Mudarra, donde nunca hace frío, donde aguardabas paciente a los tuyos y a los míos para regalarnos la interminable sonrisa de tus días. Mañana al despertar querido Godo, te buscaré en mi cielo amanecido pidiéndole al ciprés del universo que te busque porque te has ido a contemplar de cerca las estrellas y que te lleve cerquita del Dios tuyo al que tu amaste con la fe del convencido.

Se nos fue el Señor de los Trozos. Ese pedazo de tierra tuya a la que tú regaste con la sabia del hombre curtido por la pena.

Mañana será siempre hoy, querido Godo, porque mañana te encontraré en el amigo que me animó a cantarle al viento mis decires, a recordarte como el hombre que busqué en mi alma y que no tuve.

Rebuscaré danzando por la vida a la persona que tu eres, grande, generoso y genial.

Y el aura del ciprés me ha dicho que me esperas allí por la mañana cuando el alba presuma de blancura y el sol se acueste a descansar… mañana.

Y aquí quedamos todos tus amigos, tratando de emular tus experiencias, pidiendo a los oyentes de Onda Cero, que hoy nos perdonen por tu ausencia.

Los encuentros perdidos….

La tristeza nos lleva a lugares en los que no queremos estar. Tan sólo una palabra, un gesto, un desplante, un desencuentro, un malentendido, un silencio solemne y malintencionado… y nos sumergimos en el profundo mar de la tristeza.

No queremos permanecer allí, luchamos por salir a flote, por volver a respirar el aire oxigenado de la alegría; pero nos damos cuenta de lo difícil que es salir. A veces ni siquiera intentamos nada, simplemente nos dejamos llevar hasta el fondo sin poner resistencia… y hasta encontramos cierto placer en la desesperanza. Queremos sonreir, pero los labios parecen haber olvidado cómo hacerlo y se resisten a la mueca. Queremos olvidar, pero sentimos que algo pesa terriblemente sobre nuestros hombros y permanece cruelmente anclado en nuestro corazón.

Luego, por suerte, el tiempo restaña las heridas y permite que, poco a poco, salgamos a flote medianamente indemnes. La tristeza nos deja pequeñas cicatrices que lentamente, se van volviendo blancas,lo que las hace imperceptibles a los ojos ajenos. Cada uno de nosotros sabe donde tiene las suyas; y a veces, cuando amenaza tormenta, nos vuelven a doler.

Las ilusiones perdidas

LAS ILUSIONES PERDIDAS. Recogido del País.

No se van en trenes con maletas de cartón pero llevan sus bienes más preciados: un portátil, un móvil de última generación regalado por un familiar o conseguido a base de una lucha de puntos sin cuartel. Suelen tomar un vuelo de bajo coste, cazado pacientemente en las redes de Internet. Se van a hacer un máster, o han logrado una mal llamada beca Erasmus que costará a la familia la mitad de sus ahorros. Otras veces van a hacer de au-pair, de auxiliar de conversación, o a cualquier trabajo temporal. La familia va a despedirlos a la puerta de embarque y mientras se alejan disimularán unos su pena y otros su incipiente desamparo. «Es por poco tiempo -se dicen-. Dominarán el idioma, conocerán mundo… Regresarán en pocos meses».

Hasta hace poco era un privilegio de los nuevos tiempos que les permitía gozar de una libertad sin límites, de un mundo sin fronteras, de una capacidad casi infinita de aprendizaje… Hasta que llegó la crisis y la maleta pareció distinta, la espera en la fila de embarque más embarazosa, la despedida más triste y el fantasma de la ausencia definitiva más cercano.

No. No llevan maletas de cartón, ni hay aglomeraciones en el andén de la despedida. No se marchan en grupo, sino uno a uno. Aparentemente nada les obliga. Ha sido una cadena invisible de acontecimientos. Estuvieron allí hace unos años, o tienen una amiga que les ha informado de que puede encontrar algún trabajo con facilidad. No pagarán mucho, eso es seguro, pero podrán ganarse la vida con cierta facilidad… A fin de cuentas aquí no hay nada.

Y se marchan poco a poco, sin alboroto alguno. Un goteo incesante de savia nueva que sale sin ruido de nuestro país, desmintiendo la vieja quimera de que la historia es un caudal continuo de mejoras.

No hay estadísticas oficiales sobre ellos. Nadie sabe cuántos son ni adonde se dirigen. No se agrupan bajo el nombre oficial de emigrantes. Son, más bien, una microhistoria que se cuenta entre amigos y familiares. «Mi hija está en Berlín», «se ha marchado a Montpellier», «se fue a Dubai» son frases que escuchamos sin reparar en el significado exacto que comportan. Escapan a las estadísticas de la emigración porque suelen tener un nivel alto de estudios y no se corresponden con el perfil típico de lo que pensamos que es un emigrante. Quizá en las cuentas oficiales figuren como residentes en el extranjero, pero deberían aparecer como nuevos exiliados producto de la ceguera de nuestro país.

En los tiempos de crisis que detallan cada euro gastado nadie computa los centenares de miles de euros empleados en su formación y regalados a empresarios de más allá de nuestras fronteras con una torpeza sin límites, con una ignorancia sin parangón. Menos aún se cuantifican el esfuerzo de sus familias, las ilusiones perdidas y sus sueños rotos en mil pedazos.

No llevan maletas de cartón, pero componen un nuevo éxodo que azota especialmente a Andalucía, que dispersa a nuestros jóvenes por toda Europa y gran parte del mundo, que nos priva de su saber, de su aportación y de su compañía. Pero, aparentemente nadie se escandaliza por esta fuga de cerebros, lenta pero inexorable, que nos privará de muchos de nuestros mejores talentos. Nadie protesta por esta nueva oleada de exiliados que son una acusación silenciosa del fracaso y de engaño. Se van en silencio por el túnel de embarque en el que les alcanzará la melancolía por la pérdida temprana de su tierra.

No son, como dicen, una generación perdida para ellos mismos. No son los socorridos ni-nis que sirven para culpar a la juventud de su falta de empleo. Son una generación perdida para nuestro país y para nuestro futuro. Un tremendo error que pagaremos muy caro en forma de atraso, de empobrecimiento intelectual y técnico. Aunque todavía no lo sepamos.

Espérame en el cielo…. corazón!!!!

Apago la luz y en la oscuridad me sigue acechando esa palabra maldita que ella pronunciaba con toda la naturalidad…..

En sus ojos leí la derrota; en su boca, la angustia.

Pero, a pesar de eso, ella siguió sonriendo para quienes la rodeábamos y para que la flaqueza no fuera su fracaso.

El destino, la propia vida, tienen escrito en renglones torcidos , y a veces nos aniquila tan sólo con ver en el horizonte su proximidad y, nos falta el coraje, la resignación, para dar la cara y poner pecho a aquello que no quisiéramos vivir.

Cuando me alejaba de ella, aún la veía más hermosa en toda su grandeza humana, y me cuesta asimilar que el cáncer llamó a la puerta de una persona tan llena de vida, tan necesaria para todos los que la rodeamos y con tanto que dar todavía….

Y mientras nosotros nos devastamos en nuestro propio dolor, ella siguía sonriendo, animándonos a que tirásemos de ella para que no le faltáse el valor necesario.

La miraba y veía cada letra que no dicía con su voz; no hacía falta…

Todos juntos reíamos con ella. Es lo que nos hará traspasar la barrera del dolor, inmunes, fuertes, adheridos a ella como si fuéramos un ejército dispuesto a la batalla.

Jamás te olvidaremos Paula,allá donde estés, tus amigos, los de siempre,recordaremos tu intensa mirada,tus palabras de aliento y la sabiduría de tu saber decir.

ESPERAME EN EL CIELO CORAZÓN” porque hoy te necesito y no te veo……

De «Paisajes y paisanajes de galanes…»

DE PAISAJE Y PAISANAJE DE GALANES

La amistad, decía Quevedo, es como la sangre que acude a la herida sin esperar la llamada.

Comienzo así para acompañar a mi amigo Zacarías en el sentimiento común del amor a nuestro pueblo, y un honor para mi que haya accedido a la petición que le hice de escribirle mis impresiones sobre “paisaje y paisanaje de galanes”.

Teniendo en cuenta que en el año 2007 fui yo pregonera en su mismo pueblo que también es el mío, siento que esta incursión cariñosa va de pregonera a pregonero.

Adentrarse en “paisaje y paisanaje de galanes”, supone un ejercicio de sensibilidad que su autor escribiera con el corazón, escucharlo primero y leerlo cuidadosamente después (dispongo del manuscrito original), me atrapa por la mente ilimitada de correspondencias que establece desde el punto de vista histórico, aporta datos que no conocía y que me sitúan ante un estudio antropológico muy completo, pero lo que mas me ha conmovido sin duda son los “Retazos del alma”, entre galanes anda el juego y Zacarías establece su meditado jardín entre lo presente y los presentido.

Ni los pájaros, ni la vendimia, ni los aromas a mosto y a trilla escapan a su deseo de adueñarse de su querido pueblo para dejar claro que su pueblo y su pregón son la excusa perfecta para poner de manifiesto su oficio de escritor y su buen hacer literario.

Atenta estaba yo escuchando, cuando unas voces bien coordinadas cantaban aquello de “Al olivo al olivo, al olivo subí…”.

Concluyo pues mi humilde incursión en “paisaje y paisanajes” destacando la unión magistral que existe entre lo conceptual, lo histórico y lo afectivo.

Por todo ello a mi amigo Zacarías le agradezco este pregón y le deseo una larga vida para seguir escribiendo “Memorias con ternura” desde su pueblo Cerecinos.

Gracias amigo.

Paseo por las nubes…

PASEO POR LAS NUBES

“Detrás de cada uno de nosotros hay una vida”. Me repetía una y otra vez hace 10 años, cuando yo no pude estar aquí. No obstante logramos arrancar un quejido al viento y pararnos a repostar.

Aquello nos sirvió para que hoy trencemos cuidadosamente sentimientos y recuerdos a golpe de savia nueva.

La distancia que nos separa hace que cada vez que me dispongo a venir hasta mi pueblo me recuerde a mi misma que todos vosotros sois míos por generación y por derecho, fundidos en un espacio tan imaginario como real, nuestro pueblo, es como si de un extraordinario milagro se tratase.

No hay duda posible, después de este paseo por las nubes férreas de un escrito, crónica, verso, o un simple post-colgado en mi bloc estáis y estaréis siempre vosotros, los que día tras día me habéis acompañado aún sin saberlo en mi turbado y anodino caminar, recordándome cuáles son mis raíces, dónde están y dónde reposarán cuando la lluvia me convierta en pan, en alimento y esperanza.

Sois como el viento fresco en mi mente en esta mañana de otoño, vestida de primavera.

Gracias a todos por venir.
En homenaje a quienes nacieron enCerecinos de Campos el mismo año que yo.

La verde mirada perdida

LA VERDE MIRADA PERDIDA

Mis ojos verdes se han vuelto del revés y se han empeñado en mirar hacia adentro y no tengo modo de cubrir mi corazón, ni mi hígado, ni mi estómago con una de estas sábanas tan socorridas con las que puedes cubrir tu cuerpo.

Creo que culpan a todos de sus intermitentes goteras y del miedo que tuvieron a que se desbordaran de sus límites verdes. Pero de eso hace tiempo, ¡hay que ver que rencorosos se han vuelto mis ojos! Ni siquiera tienen en cuenta que no tengo asegurados los órganos y como se empeñen seguro que me hacen pagar por cada lágrima vertida en el último año. Mas me valdría mirar hacia adelante y dejar ya de reclamar a los que a fin de cuentas también han pagado como ellos todos los impuestos y todas las tasas por haber vivido.

Parecen no darse cuenta que viajan en el mismo barco y las peleas a bordo corren el riesgo de que alguien salga malherido. ¡Quien sabe!, quizá el corazón se pare o deje de funcionar el hígado o la bilis inunde el estómago y todo por mas lágrimas que no llegan al río.

Eso sin tener en cuenta que ya están casi secos del todo y siguen siendo verdes, un poco mas descoloridos, pero aun así conservan la gracia divina de poder ver cómo caen las hojas en otoño, y cómo miran los otros ojos…

Espero que se vuelvan razonables y dejen que el corazón siga latiendo, el hígado siga cumpliendo sus funciones que lo que ellos parecen no querer saber es que hay órganos vitales y sin ellos su color verde se apagaría para siempre.